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Viajé a Torreón Coahuila. Son 5 horas de distancia en autobús. Es una comarca agrícola importante del norte de México. No lo había visitado desde hace mucho tiempo, entonces además de asistir a una conferencia tuve oportunidad de ponerme al día con mis recuerdos. Ahora que ha descendido la violencia en las calles de esta ciudad (y de otras, pero no de todas), la gente recupera un poco la confianza y la calle. La ciudad no es muy grande. Las calles y los edificios del centro pareciera que están detenidos en el tiempo, poco renovados, mientras que las zonas de tiendas nuevas están por las amplias avenidas alrededor del centro, algunas recién estrenadas. Caminando me detengo en cada esquina a mirar, a pensar en tonterías, a tomar fotos mentalmente, sin tomarlas. Luego tomo algunas fotos con el celular. Los taxis son amarillos, muchos son Atos o similares. Pitan y pitan, tienen esa manía de llamar la atención, de considerar que todos, absolutamente todos los peatones son clientes potenciales. El centro olvidado y sucio me gusta más que las tiendas y restaurantes trasnacionales como Cosco, HEB, Chili’s, Incredible Pizza, Starbucks. Hay algo triste y patético en todo esto. En el mercado hay flores, magia blanca, fondas, frutas, jugos. Pruebo unos burritos de picadillo un día y unas gorditas de chicharrón el otro, son una delicia. No recuerdo que hubiese tantas zapaterías, o tal vez no las ví la última vez que estuve aquí. En la plaza hay baile colectivo en la noche, en una esquina hay cumbias, en otra música ranchera, y en una más boleros. En verano esta ciudad ronda los 40 grados, pero por ahora la primavera no ha querido manifestarse a plenitud, así que el clima está fresco, y la gente lo disfruta. Además de zapaterías hay muchos restaurantes chinos, esta si es una novedad que tiene unos 10 años de venir sucediendo en las ciudades de México. Es una invasión silenciosa. Me intriga. Un hotel frente a la plaza está ocupado casi completamente por policias federales. Ellos mantienen las cosas en calma.
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I just traveled to Torreon, Coahuila. It’s five hours away by bus. It’s an important agricultural region of northern Mexico. I had not visited it for a long time, then in addition to a conference I was able to catch up with my memories. Now that the violence on the streets has fallen in this city (and in others, but not in all of them) people gets a little confidence and feels relaxed on the streets. The city is not very large. The downtown streets and buildings seems frozen in time, poorly renovated, while the new shopping areas are along the wide avenues around the center, some of them newly released. As I walk, I stop at every corner to look, to think of nonsenses, to take photos mentally, without taking them. Then I take some photos with the cell. The little taxis are yellow, many of them are Atos or a similar brand. They blow their horns repeatedly because they want to attract everybody’s attention, considering that all, absolutely all pedestrians are potential customers for them. I love the forgotten and dirty downtown more than the shopping and transnational restaurants like Cosco, HEB, Chili’s, Incredible Pizza, Starbucks. There is something sad and pathetic in this situation. Back in the old market there are flowers, witchkraft little stores, food courts, fruits, juices. I ate burritos de picadillo one day and gorditas de chicharrón another, delightful. I don’t remember that there were so many shoe stores, or maybe I didn’t saw them the last time I was here. At the main square people dance at night; in a corner there are cumbias, in another ranchera music, and also boleros. Everybody dances. In summer this town is around 40 celsius degrees hot, but for now spring has not fully began so the weather is cool and people enjoy it. Also there are lots of Chinese restaurants, this is a novelty in most of the cities in México since 10 or 15 years. It’s a silent invasion. I’m intrigued about it. A hotel in the main square is occupied almost entirely by the federal police. They keep things in calm.