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Este viernes asistí por primera vez a un nuevo grupo de estudio de Lacan a cargo de Nancy Garza. Nos reunimos en un sitio histórico de la ciudad: el Obispado, una antigua casa católica que ahora es museo. Estas lecturas de los seminarios de Lacan son muy estimulantes para pensar en el sí mismo. La mayoría de los participantes son psicólogos, pero el grupo está abierto a cualquiera. Estaremos leyendo el seminario 4 (1956 y 1957) que tiene por título “La relación de objeto”.
Me interesa entender lo que llaman el “sujeto del insconsciente”, que es muy diferente al sujeto racional o sujeto trascendente. Esta subjetivación del individuo me acerca a lo que ocurre con el artista, porque puedo ver ahí la base de todas las operaciones interiores que le ayudan, poco o mucho, a comprender las circunstancias de su existencia. Es algo, claro, que le atañe a cualquier persona en cualquier época, no es exclusivo de los artistas. Son las formas en que uno puede conocerse a sí mismo a través de la auto observación, la meditación, los registros personales y ciertas conversaciones que buscan revelar y aclarar los acontecimientos de una existencia.
El hiatus es un modo de nombrar esta pausa para pensar en el sí mismo para tener acceso a perspectivas que permitan reformular lo que uno hace. Ese es el cuidado de sí mismo, una autoconstrucción a partir de los otros, para participar como ciudadano en lo social: rol, identidad, profesionalización, relaciones afectivas, acciones politicas, salud, etc.
Como plantea Heather (compañera de residencia), a través de sus preguntas acerca de si es arte, o no lo es, lo que hacemos al estar en hiatus, yo soy de la opinión de que todo lo que el artista hace en cualquier momento podría ser arte, aún a pesar de su “propósito” de no hacerlo.
En este sentido, el hiatus del artista podría ser una paradoja que presupone que no se harán inscripciones en eventos de producción o divulgación de obra mientras se “descansa”, pero como actividad cognocitiva, el sólo hecho de pensar en no-hacer algo es una forma de hacerlo negativamente. El rechazo, desde una lógica propia de la expresión de subjetividad del sujeto artista, afirma lo que niega. Esa es la paradoja, nunca dejamos de pensar en el arte. Por eso resulta divertido lo que Heather dice en una de sus fotografías: “Estoy en el estudio pero no hago arte. Solamente estoy aquí.”
En mi caso además es un problema de suspención y continuidad, atravezado por preguntas casi indescifrables: ¿cómo suceden los impulsos de producir “algo”? ¿qué origina el cisma y el rechazo a continuar haciendo arte? ¿por qué puedo no necesitar hacer algo?
Las respuestas son subjetivas. Son dudas, incertidumbres o estados de crisis que generan una especie de pequeño estremecimiento o una gran parálisis del ser. Pero también son como llamados que invitan a ubicar “algo”, a redireccionar la energía subjetiva y aliviar el desequilibrio o la presión que se ha provocado.
La subjetividad es aquello que está en posibilidad de ser representado de alguna forma (artística o no artística) como particularidad de un individuo. Expresar (todos lo hacemos) las dudas, miedos, anhelos, o mostrar interes por cosas que podrían ayudarnos a mejorar nuestra relación con el mundo es, claramente, la sustancia y el objeto del arte, y también es una forma de ocuparse de algo para canalizar la energia. Aún en hiatus, esa esencia no se pierde, y persiste la idea del retorno, del regreso a la actividad.
Me entusiasma pensar en esto. Creo que las preguntas cuasi ontológicas acerca de lo que es arte y lo que no es, conducen, entre otras direcciones, a tratar de dibujar una frontera entre la verdad individual y la legitimidad social de un objeto que pretende ser artístico. Me refiero a la declaración nominal y también a la inscripcion social de ese “algo” (objeto o no) en las actividades institucionales. Es relacional, evidentemente. Es en esta relación de partes donde se genera el cisma, la crisis.
Tal vez estar en pausa (hiatus) sea un trabajo silencioso para localizar el asunto a través del cual se puedan poner nuevamente en marcha las operaciones que permitan regresar al mundo del arte, y en ese sentido, si lo consigo, entonces nunca dejé de hacer arte realmente.
Pero bueno, sigo en hiatus. Y mientras tanto me he vuelto perceptivo a reconocer este estado a mi alrededor. Veo gente en hiatus en todos los sitios: los individuos que se reunen a media tarde en el café para discutir del mundo; las personas sin empleo que buscan una oportunidad; los jóvenes estudiantes que toman vacaciones; los retiros espirituales budistas; las parejas enamoradas que se dan un tiempo de separación, y así, todos administran el cuidado de su subjetividad mientras esperan que la vida les lleve por otro camino. Los impasses son pregunta acerca de la identidad y cuestionamientos a lo cotidiano. Incluso ahora veo las fiestas oficiales del calendario como interrupciones que rompen la monotonía de la vida laboral para recordar “algo” que en lo profundo le da cohesión a cierta comunidad.
Para Lacan es imposible llegar a conocer verdaderamente lo que nos impulsa a hablar, actuar en la vida cotidiana, construir identidades o representar “algo” artístico. No tenemos acceso directo, sino indirecto a esa energía que nos mueve. Esta adentro de uno y lo desconocemos. Sin embargo, el inconsciente es el gran “hablador” que nos está enviando señales, manifestaciones, signos de aquella presencia, es decir, de la energía que realmente nos gobierna al actuar, aunque no nos demos cuenta de ello. Tal vez el hiatus es el signo extraviado.
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Last Friday I attended for the first time to a new Lacan study group, organized by Nancy Garza. We meet in a city historic site: El Obispado (The Bishop residence), a former Catholic house that now is a museum. These Lacan’s seminars are very stimulating to think about the oneself. Most participants are psychologists, but the group is open to anyone. We will be reading the 4th. Seminar (1956 – 1957) “The object relationship”.
I am interested in understanding what they call the “subject of the unconscious” which is different from the rational subject or the transcendental subject. The subjectivity of the individual brings me to what happens with the artist, because I can see the background of the insight transactions that helps, more or less, to understand the circumstances of the existence. It is something, of course, that happens to anyone at any time, it’s not unique for the artists. Those are the ways someone can get to know the oneself through self-observation, meditation, personal records and certain conversations that seek to reveal and clarify the events of life.
The hiatus is a way of naming this pause to think about yourself and to access perspectives that allow you to rephrase what you are doing. That is the care of oneself, a self constructed belief on behalf of the others, to participate as a citizen in the social context: role, identity, professional activity, love friendship and relationships, political actions, health, etc.
Heather (our residence colleague) has questions about whether it is art, or not, what she does while on hiatus. Maybe everything that the artist do could be (or has the power to become) art at any time, even despite its “purpose” to not doing so.
In this sense, the artist on hiatus could be a paradox, although he or she assumes that no entries will be made in events while “resting”, but in another way: as a cognitive activity, not-doing something is a way to do it negatively. The rejection, as an expression of oneself subjectivity, asseverates what it denies. That is the paradox, we never stop thinking about art. So Heather says in one of her photographs: I am at my studio. I am not making art. I am just here.
In my case it is also a question of suspension and continuity, crossed by some almost indecipherable questions: How do I get pulses to produce “something”? What causes my schism and the refusal to continue making art? Why do I not need to do anything?
The answers are subjective: doubts, uncertainties or states of crises that generate a kind of little shiver or a paralysis of the being. But they are also like an invitation to put “something” somewhere, or to redirect the subjetive energy and relieve the pressure that some imbalance has caused.
Subjectivity is something to be represented in some way (artistic or not artistic) as characteristic of an individual. The expression of the doubts, fears, desires (we all do that), or to show interest in things that could help us improve our relationship with the world, is clearly the substance and the object of art, and is also a form of transforming the self energy. Even on hiatus, that essence is not lost, and the idea of a return, the return to the activity, persists.
I am excited to think about this. I think the quasi-ontological questions about what is art and what is not, leads, among other directions, to try to draw a boundary between the individual truth and the social legitimacy of an object intended to be artistic. I mean into the nominal statement but also into the social inscription of that “something” (object or not) in any art institutional activities. It is relational. Because it’s in this relationship where the schism is generated, the crisis.
Maybe being paused (the hiatus) is like a silently work to locate the matter through which we can put back in place the operations that allow us to return to the world of art, and in that sense, if we do that, then we never really stopped doing art.
But hey, I’m on hiatus. Meanwhile I’ve become perceptive about this state. I see people on hiatus everywhere: individuals who meet in the afternoon coffee to discuss about the world; unemployed persons seeking an opportunity to get some money; young students who take vacations; Buddhist retreats; loving couples who give themselves a time of separation. Seems that all of them are managing the oneself’s care while waiting that life may take them in another direction. The impasses are questions about identity and are also questions about the everyday. Even now I see the official calendar holidays that break the monotony of working life to remember “something” important that gives cohesion to a certain cultural community.
For Lacan is impossible to truly know what drives us to talk, or to act in everyday life, or to build identities, or to represent “something” artistic. We have no direct but indirect access to the energy that moves us. It’s inside of me but I do not know what it is. However, the unconscious is the great “talker” who is sending us winks, manifestations, signs of that presence, that is, energy that really governs our acts, although we do not recognize all of them. Perhaps the hiatus is a missing sign.
enrique wrote on Mar 19:
Thanks to you Heather! and thanks Matt! un gran abrazo !!
Heather wrote on Mar 17:
This post is a little beacon of light for me to hold onto as I ride the (kind of endlessly crashing) waves of anxiety about what I am doing/not doing right now... Thanks for it!
Matt wrote on Mar 16:
Brilliant Enrique -- I think you have managed to get to crux of this making/non making "schism" . Its also extra brilliant that a Lacan seminar should occur in a former Bishops house.